EL CAMINANTE

TRAVESÍA-TESTIMONIO-TESTAMENTO

Para comprender la experiencia del caminante realizamos 5 talleres artísticos en 5 puntos de la ruta, siguiendo la metodología de Mercy Urrea. Esta consistía en las tres fases de la migración, siendo estas: (i) travesía; (ii) testimonio; y (iii) testamento. Siguiendo estas pautas, cada taller tenía entonces una temática principal que era abordada transversalmente, incluyendo los talleres de arte y música.

La travesía inicia cuando una persona encuentra una razón para salir de su país sin saber qué va a encontrar. En la travesía se adquiere el peso de la migración, cuando la persona atraviesa las fronteras de su país para convertirse en migrante o refugiada.

El testimonio aparece durante el desplazamiento de la travesía, cuando los caminantes acumulan experiencias, saberes, puntos de tensión y emociones. A partir de este cúmulo de vivencias se forman sus testimonios.

El testamento es el resultado del testimonio del caminante constituye una declaración para otras personas migrantes o refugiadas, en donde se expresará tanto su aprendizaje como el legado de su experiencia en la ruta.

Travesía

La fase de travesía fue abordada por medio de los talleres de arte terapia. Estos se concentraban en un ejercicio de “Exotopías”, que tienen que ver con la mirada del otro en mí, pero así mismo a efecto de espejo, tiene que ver de la forma como yo veo al otro. En las “exotopías”, el caminante tiene que ver cómo los otros lo ven a ellos y cómo ellos en su situación de migración ven a los otros, esto tiene que ver también con la empatía.

Mercy señala uno de los ejemplos que ilustran el cambio de perspectiva durante los talleres, a través de los cambios en la mirada:

Mercy: hubo algo interesante en la transición entre la travesía y los testimonios de los caminantes. Por ejemplo, en uno de los talleres de “travesía” se había dibujado una mano que sostenía un arma, que representaba la amenaza de ladrones y grupos armados. Durante el ejercicio de “testimonio” se utilizó la misma plantilla pero ya no era como un elemento de violencia, sino como una mano que ofrecía ayuda”.

Testimonio

Para recolectar el testimonio, Samir Quintero trabajó con aerosoles y extensiles que diseñaba en el momento, en base a las experiencias y testimonios de las personas en el taller plástico.

A partir de la obra “Los Caminantes de la Frontera”, una obra que representa el contorno de los caminantes, Samir explicaba a los participantes cómo usar el aerosol y qué representaba cada parte del cuerpo de la estatua. De esta manera, Samir indagaba una serie de códigos simbólicos junto con los caminantes y buscaba el traducir las expresiones artísticas.

“Este ejercicio artístico se basa en transcribir a través de lo visual, de la pintura, el extensil y aerosol, vivencias establecidas por los caminantes desde un punto en el que uno trata de sentir que uno también pasa y vive esa experiencia para hacerla más propia y personal. Ya que es muy difícil transcribir un sentimiento de alguien sin vivirlo, yo trabajo en lo máximo en recordar las lecturas y miradas que nos daban cuando contaban sus travesías y sentimientos, para que haga un pacto de preguntas con la audiencia.”

En total, fueron intervenidas tres estatuas, siguiendo la metodología que explicamos más adelante (travesía-testimonio-testamento). Al finalizar los talleres, Samir transportó estas tres estatuas a su taller de pintura para realizar una nueva obra de acuerdo con su perspectiva, recolección de expresiones de los caminantes y experiencia en la ruta, la cual se encuentra en construcción.

Testamento

Para construir la fase de “testamento” realizamos talleres musicales, dirigidos por Harold Sierra, quien trabajaba en base a un ritmo creado por Juan Pablo Díaz y Qu’wa.

Harold abría el taller preguntando quiénes tenían un talento o experiencia musical, de modo que lo acompañaran en el curso de la actividad como guías. En un primer momento, Harold enseñaba qué tipo de composición iban a realizar, para adecuarla a una forma de rap. Esto no representaba una limitación, ya que también registramos cantos de música llanera y de reggeae, adaptando el taller a los encuentros de la ruta.

En un segundo momento, Harold explicaba cuál era la temática que sería abordada, mientras repartía hojas y lápices a los participantes. En estas hojas, los caminantes escribirían sus composiciones y Harold los guiaba (anexo de fotos de las composiciones).

Luego de la escritura de las canciones, Harold recopilaba las letras de cada uno de los participante para que entraran en una estructura fluida de versos. Una vez estos versos organizados en estrofas, el equipo organizaba el espacio para grabar las voces a quienes lo desearan. Esto era posible gracias a una cabina de registro en donde las personas podían grabar sus voces.

SER-O-NO-SER EN MOVIMIENTO

En esta sección buscamos comprender cuáles son los distintos tipos de caminantes desde su movimiento. En el movimiento hay una dimensión política y subjetiva importante que permite leer la firmeza, la resistencia, la ligereza o la flexibilidad de la persona. Siguiendo a Adey (2017), la movilidad comparte algo con las nociones de “movilidad social”, que implica algún tipo de movimiento hacia arriba y hacia abajo en las jerarquías socioeconómicas de riqueza, clase y estatus, pero se aleja de ella en la medida en que es explícitamente espacial y performativa.

En esta sección no buscamos establecer categorías cerradas o perfiles tipo del caminante que sirvan para catalogar a las personas. Nuestro esfuerzo se dirige a comprender cuáles qué sentido tienen las vivencias de los caminantes según la dirección que toman.

El caminante que-se-va

El primer tipo de caminante es la idea general que se ha construido de esta figura en los espacios y discursos de la ayuda humanitaria, incluyendo gobierno, cooperación internacional y organizaciones locales. Se trata de la persona que se dirige hacia el sur, que acaba de huir de Venezuela y descubre su trayecto hacia otras destinaciones, ya que es la primera vez que toma esta ruta. En este grupo podemos incluir también a colombianos retornados y grupos migratorios de otros países que cruzamos en la ruta, como guineo-ecuatorianos.

La gran mayoría de personas que encontramos y que pertenecen a este grupo no tienen documentos, sus ropas están gastadas y expresan que vienen probando suerte porque no conocen muy bien el trayecto. En muchos casos, al comenzar las conversaciones, escuchamos que la motivación principal es tener una primera experiencia para: “ver qué pasa y si es mejor que Venezuela”. Estos discursos podrían acercarlos a la figura de un “migrante” y, de hecho, esto sucede a menudo con la cooperación internacional y el gobierno, quienes los considera como personas que se van voluntariamente de su país para buscar una mejoría de su situación.

Enrique: Vengo del Distrito Capital, Caracas, mochileando, pidiendo colas, tomamos la decisión de salir del país porque no se puede vivir, trabajo hay, pero cuesta el sueldo mensual 1 $ y un alquiler cuesta 25$ en adelante, si se consigue variedad de trabajos y te dan una bolsa de comida, pero igual no alcanza, estamos perdiendo nuestra juventud, no estamos perdiendo el tiempo porque al final nosotros lo llenamos con el calor de la familia que tenemos, que el tiempo que tienes con tu familia te lo roba la situación de tu país, por migrar para surgir mejor, no se repone nunca, pero hay que hay que arrancarse el corazón de aquí, desecharlo y colocarse las tripas para poder seguir hacia adelante.
(Enrique, 19 años, Alto Pamplona, 2021)


Entrevistador: ¿Cómo decidieron el destino al que se dirigían?
Claudia: En el camino, íbamos conversando en el camino y pensamos en lo más lejos posible. Queremos irnos del hambre y yo necesito mis medicinas.
(Claudia, 41 años, Páramo de Berlín, 2021)

Cuando nos detenemos en las conversaciones y discusiones, muchos caminantes nos comentan que vienen buscando medicinas, alimentos y un ingreso adicional para mantener a sus familias que están en una situación de malnutrición, vulnerabilidad y extrema precariedad en Venezuela, incluyéndose ellos mismos. La gran parte del apoyo que se le brinda a los caminantes-que-se-van es para que continúen avanzando, sin ofrecer un mayor acompañamiento o información sobre cómo desenvolverse frente a las amenazas, posibles abusos o puntos de contacto en su ciudad de arribo. Esto no significa que los caminantes no necesitan las informaciones que actualmente les ofrecen en la ruta, sino que también necesitan otras. El que caminante-que-se-va tiene que avanzar a como de lugar, con o sin ayudas, con o sin información; esta es su condición. ¿Y los que se quedan?

El caminante que-se-queda

En una segunda categoría, encontramos al caminante que por alguna razón decidió pausar de manera momentánea -o prolongada- su recorrido en algún punto de la ruta, bien sea porque llegó a un destino donde lograr sobrevivir o porque vivió alguna dificultad o trauma, que no le permite seguir.

Entrevistador: ¿Por qué te quedaste en La Parada?
Evelyn: Porque me daba miedo continuar pa’lante, porque se dicen muchas cosas, que los roban que los agreden y como no tenía plata para continuar más para adelante, me quedé porque me daba miedo caminar sola hacia allá pue, pero aquí también siento miedo.
(Evelyn, 27 años, La Parada, 2021)

Cuando los caminantes llegan a su destinación todavía no han llegado legalmente, ya que aún necesitan realizar un registro para pedir un estatuto que les permita acceder a ciertos derechos. Si se trata de una persona que no logró traer su documentación, debido a los tiempos y costos que esto amerita, entonces debe devolverse al país para sacar al menos una cédula de identidad. No obstante, solo se puede pasar legalmente por el puente con un pasaporte. Por esto, aún los consideramos en las condiciones de “caminantes”, así no continúen su desplazamiento, ya que su condición de erranza se prolonga. De hecho, consideramos que esta es la figura más cercana a la erranza, es decir, sin un destino ni objetivo fijo y que anda de un lado a otro. Las personas que hacen parte de esta categoría ejercen ocupaciones de manera informal que los mantienen constantemente en busca de un ingreso cotidiano para sobrevivir ellos mismos y su familia. Esos caminantes tienen poco apego al sitio donde viven, que generalmente es un “diario” , y al mismo tiempo expresan que no desean devolverse pronto al país, ya que piensan que su situación sería mucho peor allá. Una parte de estas personas no cuentan con documentos regulares y cuando los tienen, expresan que esto no cambia en nada su situación social y económica. En algunas situaciones, algunos expresan su desconfianza al sistema de registro:

Juan: Yo soy venezolano mira, yo no necesito tener un PEP, un permiso, no, aquí están mis documentos ciudadano extranjero, búsquenme en cualquier data internacional, pero para qué tantos documentos. O sea, piden tantos documentos a la cual no los tienes, o sea para pedir más dinero en el extranjero. Eso es un juego también.
(Juan, 38 años, Chinácota, 2021)

Las razones por las que estos caminantes deciden hacer una pausa son generalmente dos: la primera, por miedo a continuar avanzando debido a los peligros futuros de la ruta y la incertidumbre económica. Generalmente, estos miedos se originan por abusos, violencias y extorsiones que vivieron en el camino, así como por la necesidad familiar que obliga a enviar un monto mínimo de dinero. Segundo, porque expresan que en el punto en donde se detuvieron, generalmente cercano a la frontera, se sienten más próximos a su país y temen que si continúan avanzando podría ser más difícil la adaptación a la cultura, así como podría disminuir la posibilidad de volver a Venezuela en caso de que la situación se mejore.

El caminante que-va-y-se-devuelve

Este tipo de caminante, incluyendo a la categoría siguiente, son los que tienen menos presencia en espacios de albergues o cooperación internacional. En su mayoría, las personas que se devuelven ya conocen la ruta y toman decisiones para agilizarla al máximo. En adición a esto, muchos de ellos ya saben cómo conseguir un transporte, así sea de manera ilegal y tomando los múltiples riesgos del recorrido (ausencia de ayudas, robos, xenofobia, controles de Migración Colombia, entre otros). Estas situaciones son menos importantes para ellos, ya que quieren acelerar la vuelta al país. Muchas de estas personas son más ágiles, ya que conocen mejor el trayecto, manejan mejor la moneda colombiana y, por lo general, ahorraron algunos recursos monetarios para sortear mejor los riesgos y peligros de los que están más advertidos.

“Hay que seguir, así haga frío, porque si me paro acá me pueden asaltar como a unos panas que vinieron conmigo en el viaje pasado. Lo importante es avanzar así estés triste o cansado. Ya yo me conozco cuánto tiempo me tardo bajando y puedo descansar más abajo, me queda como 2 horas antes de que se haga de noche (…) Desde más debajo de Pamplona puedo agarrar un transporte que me lleva por 10.000 pesos hasta la alcabala de Los Patios. (…) ¿Qué voy a hacer durmiendo en Pamplona si yo tengo familia que me espera en mi casa?”
(Alejandro, 35 años, Páramo de Berlín, 2021)

En este grupo encontramos típicamente dos perfiles: el primero, la persona que no logró adaptarse al país, porque vivió una situación de explotación laboral o porque no logró tener redes de apoyo que la acompañaran psicológicamente o en su proceso de inserción socioeconómico. Esta persona nos describe que no consiguió suficientes recursos y piensa que podría estar mejor en Venezuela, a pesar de estar consciente que existe mayor precariedad en Venezuela. Un segundo grupo, nos expresa que se regresa para buscar a su familia y volver a Colombia. Estas personas, cuando vuelven, hacen parte de la categoría siguiente.

Muchos de estos caminantes conocen estos riesgos y por ello se mantienen alejados de espacios de apoyo, lo que dificulta visibilizar y comprender sus necesidades, así como los abusos y violencias de las que pueden ser víctimas. Estos silencios y ausencias nos acercan a la última categoría.

El caminante que-no-es

Durante los viajes realizados recolectamos historias, noticias y rumores sobre personas desaparecidas. Por un lado, caminantes que fueron asesinados o mortalmente heridos en la trocha por grupos armados ilegales, incluyendo el Ejército de Liberación Nacional (ELN) —que a veces es llamada “la guerrilla venezolana”. Por otro lado, caminantes que sufrieron accidentes en la autopista, bien sea porque se subían a las “mulas” (gandolas) y cuando había un freno a alta velocidad podían caerse y/o herirse mortalmente, o bien sea porque se acostaban a descansar a un costado de la ruta y eran atropellados.

A pesar de la ausencia de datos e investigaciones sobre personas desaparecidas, logramos identificar dos grupos principales que buscan visibilizar este fenómeno. Primero, las organizaciones no gubernamentales (ONG), incluyendo la Liga contra el Silencio y PoderPaz

Corporación. La primera reportó en el 2021 que “en la frontera entre Colombia y Venezuela, entre 2016 y 2019, hubo al menos 43 familias que perdieron el rastro de algún miembro cuando cruzaba por trochas ilegales debido al cierre parcial de los puentes fronterizos”. La segunda, a través de medios colombianos nacionales, señalaba en el 2019 que “en los últimos dos años, (…) [el] número de personas desaparecidas asciende a las mil; lo más preocupante es que un gran porcentaje de estas desapariciones son de personas migrantes”.

Segundo, familiares o amistades de venezolanos desaparecidos que buscan informaciones a través de las redes sociales. La principal herramienta, en cantidad de usuarios como de actualidad de información, son los grupos en Facebook. Un grupo principal destaca, que se llama “Migrantes venezolanos desaparecidos” con más de 13,900 seguidores. Este espacio virtual incluye noticias de personas venezolanas desaparecidas en toda Latinoamérica y es utilizado por los familiares para publicar anuncios, fotos y también para intercambiar informaciones sobre cómo avanzar en la búsqueda.

Anuncio 1: Buenas tardes amigo me dirijo a ustedes para me ayuden a compartir el es mi hermano jhon Alvares el se encontraba en cucuta ya vamos para 5 meses desaparecido según los rumores lo mataron paro no podíamos ver si cuerpo y. Yo todavía confió en Dios q todo sea un mal sueño y mi hermano este con vida en algún lugar si alguien lo a visto por favor les agradezco cuarquier información por favor ayude me a encontrarlo o saber q paso con el


Anuncio 2: Buenos días! Hoy más que nunca tengo fr en Dios! Que en cualquier momento voy a tener noticias de ti hermano. Ya a 13 meses de tu desaparición. Por favor ayúdame ah encontrarlo ya que él está sufriendo de demencia, él se encuentra en el norte de Santander Cúcuta. Cuento contigo tú que estás leyendo esta publicación. Gracias! Dios! Te bendiga!.


Anuncio 3: Buenas tardes, publico la foto de mi hermano de llama Antony Peña , padre de familia quien salió como muchos de nosotros en busca del pan para su familia , lamentablemente un 20 de junio del año 2017 con rumbo a Cucuta en compañía de dos amigos lod cuales también están desaparecidos, en la unión esta la fuerza y así como mi Familia se qué hay miles buscando sus seres queridos , cualquier tipo de información es útil mil gracias y con la esperanza de encontrarlos 🙏🏻🙏🏻🙏🏻bendito Dios primeramente

Adicionalmente, se podría incluir un gran número de artículos de prensa que han documentado una gran cantidad de accidentes en la ruta. Sin embargo, no podría establecerse como un grupo aparte, ya que hasta la fecha no encontramos un actor que centralice esta documentación, ni tampoco una iniciativa periodística que se ocupe de hacerle seguimiento a este fenómeno, de manera crítica.